Nada había sucedido en Sarandí durante los primeros cuarenta y cinco minutos. Apenas un par de centros dominados por los arqueros que no alcanzaron para compensar a los hinchas más osados que desafiaron la ola polar. Hasta que se destrabó el partido en el complemento. Un gol fuera de contexto y un contragolpe en el final le dieron el triunfo a Instituto. Arsenal es un coleccionista de derrotas, el conjunto que más perdió en el campeonato: 17, el número de la desgracia. Nada es casual. El descenso, más allá de que todavía restan 48 puntos por disputar (las últimas dos fechas del actual torneo y catorce de la Copa de la Liga), es una daga que empieza a cortar.

Corrieron mucho y jugaron poco en la primera etapa. Y Federico Vilar eligió apostar a otro centrodelantero para el segundo tiempo. Entró Facundo Pons y salió un volante, Lautaro Guzmán. Y al minuto, Flabián Londoño pudo rematar al arco de Manuel Roffo, que contuvo el tiro del colombiano sin problemas.

Arsenal tenía la iniciativa, pero Instituto se iluminó en el medio de un partido muy opaco. Fernando Alarcón recogió un rebote en la puerta del área visitante, condujo hasta el círculo central y le dio la pelota a Gabriel Graciani. El volante encaró con decisión, apiló rivales hasta la medialuna rival y asistió a Adrián Martínez, quien quedó cara a cara con Alejandro Medina y definió con categoría. Fue un golazo, inesperado por lo que se estaba viendo en el estadio Julio Humberto Grondona.

Vilar sumó a Daniel Lucero, otro atacante, en detrimento de un mediocampista, Lucas Brochero. Los cambios tuvieron poco sentido táctico. Acumular gente en ataque no siempre se traduce en un planteo exitoso. Mucho menos, si no se patea al arco adversario. Arsenal se desbocó y dejó espacios atrás. Instituto no estuvo fino. Podría haber llegado al segundo mucho tiempo antes.

Hasta que en el final, en un intento desesperado, Medina buscó el centro. Nunca llegó a la posición del arquero, que después de dos rebotes buscó controlar fuera del área; lo hizo mal y los Rodríguez le pusieron música al epílogo, como la vieja banda de rock: Santiago habilitó a Axel y el delantero, después de desparramar a Lucero, definió con el arco en soledad.

Desde la tribuna llegó la marcha de la bronca. Arsenal perdió una final por la permanencia contra un rival directo. Y el fantasma de la “B” que amenaza el Viaducto está más vivo que nunca.