La primera semifinal de la Copa Libertadores enfrentaba a dos ganadores: por un lado, el poderoso Palmeiras, bicampeón vigente del torneo continental, que apuntaba a una trilogía; por el otro, Athletico Paranaense, acaso con menos pergaminos, pero vencedor de la Copa Sudamericana del año pasado. Esa conquista fue la que le permitió jugar este año la Libertadores desde la etapa de grupos. El Furacão de Curitiba, con personalidad y carácter, salió airoso del gran desafío y desbancó al conjunto paulista: tras ganar 1-0 en la ida, empató 2-2 en el desquite en el Allianz Parque Arena, y se adueñó del primer boleto a la finalísima en Guayaquil, a la espera de lo que suceda el miércoles con Flamengo y Vélez.

Con un mal arbitraje del uruguayo Esteban Ostojich, Paranaense supo resguardar la ventaja por la mínima en la ida. Palmeiras llegó a estar 2-0 al frente, con los goles de Gustavo Scarpa, en el amanecer del partido, y de Gustavo Gómez, ya en la segunda mitad. Pero el equipo del inefable Luiz Felipe Scolari lo igualó con los tantos de Pablo y David Terans, este último a seis minutos del final. Habrá que darle crédito a Felipão, encargado de imprimirle un sello copero indeleble a la formación de Paraná. A los 73 años, Scolari llega así a su cuarta final en la Libertadores, logro que comparte con Luis Cubilla y Roberto Scarone, y apenas superado por Carlos Bianchi (5). En Guayaquil intentará alzar su tercera Libertadores, tras ganarla con Gremio (1995) y Palmeiras (1999).

Athletico Paranaense avanzó a su vez por segunda vez en su historia a la final de la Libertadores, 17 años después de una caída estrepitosa ante San Pablo por 4-0 en la definición en 2005. Ante más de 40.000 espectadores, el Verdão tomó ventaja rápidamente a los dos minutos con un contragolpe letal. Bruno Tabata, que reemplazó al lesionado Raphael Veiga, inició la jugada con un robo a Agustín Canobbio y esta fue finalizada con un toque de zurda de Gustavo Scarpa, que igualaba la eliminatoria.

Cuando transitaba la etapa inicial, Palmeiras reclamó la expulsión de Alex Santana por un codazo sobre Rony, pero el árbitro uruguayo Esteban Ostojich sólo amonestó al centrocampista del Furacão. El que sí vio la tarjeta roja fue el central de Palmeiras Murilo Cerqueira, a instancias del VAR -el árbitro sólo le había sacado amarilla- por un planchazo descalificador sobre Vitor Roque, en el tiempo de descuento del primer tiempo. El local pagaría el hecho de jugar con 10 toda la segunda mitad.

Pese a la inferioridad numérica, el equipo paulista aumentó su ventaja a los 54 minutos, luego de un saque lateral de Marcos Rocha, que remató de cabeza el paraguayo Gustavo Gómez. Sin embargo, Paranaense descontó y así igualó nuevamente la serie por intermedio de Pablo, que había entrado dos minutos antes, tras una asistencia de Vitor Roque.

El cuadro de Curitiba confirmó la remontada a seis minutos del final con un remate cruzado del uruguayo David Terans, que se desvió ligeramente en su compatriota Joaquín Piquerez, lo suficiente para dejar la pelota lejos de las manos de Weverton.

De esta manera y después de dos ediciones, la Copa Libertadores tendrá un nuevo campeón, tras los dos títulos consecutivos logrados por Palmeiras. Todo parece indicar que la final del 29 de octubre en el Monumental Isidro Romero Carbo será brasileña, y toda de rojo y negro, porque Flamengo llega con las de ganar al desquite con Vélez en el Maracaná, de Río de Janeiro, luego del holgado 4-0 logrado la semana pasada en Liniers.

En Palmeiras, dirigido por el portugués Abel Ferreira, jugó el uruguayo Miguel Merentiel, con pasado en Defensa y Justicia, mientras que José Manuel López, recientemente llegado desde Lanús permaneció entre los suplentes (fue titular en la ida por Scarpa) del local. Por el lado de Paranaense, tampoco ingresó el delantero tucumano Tomás Cuello.